people, jumping, happiness

Verano del 80.

¿Nunca os he hablado de mis amigos? Llevan conmigo desde que tenía cuatro años. David, es un niño de diez años, y aparenta siete. Su pelo es de color negro y muy cortito.  Cuando le miro a  sus ojos acartonados, me da la sensación que un día los perderá, es como si se les fuera a despegar de su delgaducha cara.  Siempre va vestido igual y del mismo color: azul. Él odia ese  color, pero nunca se lo dice a su madre. Es el más inquieto de los tres y a nosotras nos pone muy nerviosas.

Anna tiene doce años, es la más rarita. Su cabello rubio interminable hace que con cada movimiento levante aire frío y me moleste. Sus ojos son enormes, me recuerdan a las muñecas Blythe. El color de piel que tienen ambos es el mismo: marfil blanca. El  vestido de ella es de seda, jamás se mancha, incluso brilla hasta en la oscuridad. Es la más callada y observadora de los tres.

Ellos siempre me siguen a donde voy, porque dicen que sola la puedo liar, no se fían. ¡Pobres!

Nos juntamos todos los domingos en casa de David. Nos encanta recrear, sentir la emoción de tener que subir a esa escalera vieja. Siempre la tienen en el mismo sitio; en la parte de atrás de su casa. Es de la única manera que hay para entrar en la habitación.

Cuando es mi turno de subir por la obsoleta escalera, siempre me escurro en el cuarto peldaño. Ellos ya lo saben, pero no pueden gritar, porque la madre de David no puede enterarse que estamos en esa habitación que siempre está cerrada.

Una vez dentro, Anna nos lee mucho. Nos encanta como reproduce cada línea e imaginamos que es ella la protagonista. Luego cantamos las canciones que ellos se han aprendido durante la semana y terminan riéndose de mí. ¡No logro aprenderme las letras!

Cuando comenzamos a escuchar que la madre de David se acerca a la puerta y se pone a llorar, nosotros automáticamente dejamos de hacer ruido. Nos parte el corazón, pero no podemos hacer nada por ella.

Así llevo junto a ellos cuarenta años. Han demostrado ser mis amigos de verdad. Nunca me fallan. Me apoyan en muchas decisiones que tomo, en otras me ayudan a no meter la pata. Los necesito. Los quiero y me niego a sacarles de mi vida. Ellos son los que me están enseñando que “la vida está llena de vida”.

Me dan las gracias a diario porque a través de mis cinco sentidos, siguen el camino que por sí mismos no consiguieron hacer un día de verano del 80.

 

Gilda FLawan

29 comentarios en “Verano del 80.”

  1. Espectacular. Una historia con mucho fondo, tierna y a la vez misteriosa e impactante. Hasta que no llegas al final, no te das cuenta de lo que realmente es lo que quieres transmitir. Los pelos de punta…

  2. Buf, es que tocas temas que tela…
    Yo ya me he imaginado todo y mira que hay misterio…no se si explico aquí o por privado por si no tiene nada q ver, que ya sabes que mi imaginación se dispara y no para…
    Bien escrito, me he sentido la Nina que explica…
    Voy a busca que muñeca es esa que dices…

  3. Que bocanada de aire fresco, cerrar los ojos y trasladarte a una época maravillosa para los que la vivimos, que pena que hoy, los nuestros no puedan sentir esa alegría que teníamos, sigue así, eres genial😍😍😍

  4. Que maravilla de historía…. son de las que no esperas que ese final termine así, pero como muy bien expresas «la vida esta llena de vida»
    Y eso…es lo que vale! Besotes

  5. Amistad, en lo bueno y en lo malo, incondicional, una familia que se elige …
    Este relato te hace recordar a los amigos de toda la vida y revivir esos sentimientos tan agradables de la infancia que nos hacer ser lo que somos ahora. Viva ese verano del 80!!

    1. Los 80, para mí, son los mejores. Pero recuerda que la protagonista, cada domingo recuerda lo mismo y con las mismas personas. La única que sigue con vida es ella. Aún así, no quiere abandonarlos y les lleva siempre en su corazón y mente. Gracias por comentar. Un beso.

  6. Gilda… No sé qué decir… Es brutal lo que transmite. Es bonito pero duro, muy duro. Cuando alguien significa algo en nuestras vidas, da igual la edad, le llevas en tu corazón y en tus pensamientos para siempre.
    Me encanta sorprenderme siempre al final de cada cosa que escribes. Para mí, es una de las cosas más mágicas de la lectura. Otra vez, gracias! 💓

  7. Qué bonito Gilda, me ha recordado a un amigo que perdí en la juventud, sólo un poco más mayor que yo y sobre los 12 años. Durante mucho tiempo cada vez que pasaba por la puerta de la casa de sus abuelos donde le vi por última vez, siempre pensaba en él; o puede que aún siga haciéndolo. De culalquier modo la vida física termina para todos en algún momento, y de algún modo también, la vida de los que suponen algo para nosotros nunca acaba, siguen nuestro camino y nosotros el suyo muy cerca, a nuestro lado.
    Gracias Gilda.

    1. Gracias a ti, Javier. Siempre al recordar a esas personas, sin darnos cuenta, sale en nuestra cara una sonrisa especial. Y sí, es volver a esas épocas con añoranza. Me alegra que te haya gustado. Saludos.

  8. Una historia muy bonita, atemporal, con una descripción muy buena, me ha gustado mucho, está llena de sentimiento, la lees una vez y tienes que volver a leerla para ver desde el principio todo de otra manera. Genial. Un beso.

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