mother, daughter, love

El milagro

A día de hoy, no se puede creer que todo haya cambiado. ¿Dónde se ha quedado esa mujer luchadora? Por más que  se mira, no se reconoce, pero le gusta.

Sonríe diferente. Viste distinta y luce más bella. Es otra mujer ¿debería de haber sido así siempre? Pregunta en bucle que se hace todas las mañanas, pero ya no le importa. «Se siente ella».

Dio sus mejores años por él. Dejó de ser ella y se convirtió en lo que él quería “su chacha”. Más de dos años sin sexo y todo porque había engordado… ¡Excusa  barata! Esa gordura fue debida al embarazo de su primer y único hijo. «Ya no soy sexy para él ¿por qué? Sigo siendo la misma mujer con la que se ha casado». —Pregunta que se hacía todas las mañanas.

Daba la vida para que se sintiera cómodo, pero él, solo la ignoraba en todos los aspectos. Pobreta. Estaba perdida, pero seguía confiando y esperando el milagro del cambio… Jamás llegó.

Siete años. Siete miserables años dando todo a un fantasma. A una persona que lo único que quería era “vivir su vida”. Despreciando todo lo que le ofrecía. Ignorando cada cosa que hacía e incluso, poniendo peros. ¡Maldito desgraciado!

Una noche, antes de acostar al pequeño Pablo, algo salió de dentro de su cuerpo. Era un fuego intenso. Era algo inexplicable, pero se sintió como nunca: segura. En ese momento nacieron preguntas internas: ¿Cómo podría hacerle  desaparecer de su vida? ¿Asesinato?  Demasiado complicado. ¿Envenenar la comida? Saldría en la sangre. Tenía que dar con la solución. Y se fue a la cama luciendo su mejor sonrisa. Solo tocaba esperar.

Esa noche no durmió. Dio tantas vueltas en la cama que  hasta él supo que le pasaba algo. Pero una vez más, la ignoró.

Tres meses después  cuando  él se marchó a trabajar, llegó el milagro que llevaba años esperando.  Apagó el fuego de la comida, se soltó la coleta y dejó el pelo caer sobre sus hombros. Se puso sus gafas de sol que él tanto odiaba y se fue a por Pablo al colegio.

Dos y media de la tarde. Hora en la que él hacía acto de presencia en casa para el almuerzo. Mismo ritual de siempre: dejó todo en la entrada y se dirigió al salón a ponerse a comer. Encendió la televisión. No se había dado cuenta que faltaba algo, pero él siguió en su mundo. Se sentó y vio: un plato hondo tapado, dos velas sin encender, una botella de vino descorchada y una rosa negra; no había cubiertos ni tampoco su servilleta favorita para limpiarse.

Levantó el plato y se encontró con una nota que decía:

Querido tú:

Cómo te has podido dar cuenta, falta la comida, los cubiertos y tu maravillosa servilleta. Seguro que, ni siquiera has notado mi no presencia en la casa, claro, “la chacha” estará en otros menesteres. Pues sí, lo estoy.

Para alimentarse es necesario: comida, algo con que coger los alimentos y luego  limpiar las zonas manchadas ¿cierto? Pues esa parte tan importante soy “yo”. A partir de ahora tendrás todo lo que he recibido de ti  “nada”.

Mis llaves las tienes dentro de la botella de vino. Espero que la próxima víctima tenga mejor suerte. Desaparezco físicamente de tu vida. Necesito vivir mi vida y dar a esa persona que me está esperando en algún lugar, todo lo que tú jamás has querido disfrutar.

Ahora sigue con lo tuyo y no me busques, porque es tarde.

Atentamente: la que fue tuya durante diez años.

Gilda FLawan

27 comentarios en “El milagro”

  1. Me sorprende y no puedo imaginarme en esta situación, ya ha tardado en marcharse. No conozco este caso, mi situación es muy diferente, tengo un compañero de vida ejemplar, en casa compartimos muchas cosas.
    Los cuerpos cambian y no por eso somos mejor ni peor, el corazón es el mismo y se tiene que vivir al día, intentar ser feliz y disfrutar de los tuyos.

    1. Mil gracias por tu comentario. En este caso es así, pero no olvidemos que el ser humano sufre por todo. Salida hay, solo hay que armarse de valor y dar el paso. El resto viene solo.

      Me alegro saber que eres muy afortunada, al igual que la otra parte. Seguid así. Un beso.

  2. Pues sí, cuesta mucho tomar decisiones en la vida, a veces no te das ni cuenta que puedes adoptarlas y todos los obstáculos que creías imposibles de afrontar se superan. Lo único imprescindible es tener la fortaleza y convicción de que haces puedes hacerlo. Y eso es ante todos los obstáculos en la vida. Por nosotros y nuestros hijos tenemos que ser felices, no tenemos que parar hasta conseguirlo. Me ha encantado.

  3. Es el relato de muchas mujeres, desgraciadamente.
    Hay que ser muy fuerte para tomar ese tipo de deciones, pero hay que tomarlas
    Me ha encantado!!!
    Un fuerte abrazo y besos

  4. Es el relato de muchas mujeres, desgraciadamente.
    Hay que ser muy fuerte para tomar ese tipo de deciones, pero hay que tomarlas
    Me ha encantado!!!
    Un fuerte abrazo y besos

    1. Muchisimas gracias por comentar. Desgraciadamente así es, pero hay que sacar fuerzas y ser feliz. Solo se vive una vez. En este caso la historia ha salido de esta manera, pero lo podemos llevar a cualquier terreno de nuestras vidas. Un beso

  5. Hola Gilda,
    Admiro a las mujeres valientes como la que describes en tu relato.
    Leí una frase hace poco que decía:
    «Qué bonita la gente que no tiene miedo a empezar de nuevo.
    A pesar de los años.
    A pesar de los daños…»

    ¡Qué gran verdad!

  6. El maltrato no sólo es físico, y el valor para coger un nuevo camino y volver a sentirte viv@, debe ser difícil encontrarlo, diez años son muchos, pero lo consiguió.
    Buen relato, enhorabuena Gilda.

  7. muy valiente por su parte , creo que muchas no hacen eso por miedo y menos si hay niños por medio, pero creo que es peor ,que los niños vean mal estar en cas o peleas , en fin ese es mi parecer gracias

  8. ¡Me ha encantado! Sólo vivimos una vez, y tenemos que ser felices. Da igual las veces que intentes serlo; hay que ser feliz y por tanto buscar dicha felicidad. Antes de ser la mujer de tu marido o la madre de tus hijos, eres antes todo persona, y como tal, tienes que ser feliz. Así lo veo yo. Lucho por ser feliz cada día, con pequeñas cosas, rodeada de la gente que quiero, y haciendo cosas que me hacen crecer y me enseñan a ser mejor 🙂
    ¡Gracias! Este tipo de relatos te hacen reflexionar 💕

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Únete al boletín

Recibirás un email por semana

Con las cosas de Gilda